Fluir con la vida y estoicismo van de la mano. En la filosofía estoica, la aceptación de lo inevitable es clave para alcanzar la serenidad y la adaptación. Un joven aprendiz, agobiado por los giros inesperados de la vida, se acerca a su maestro en busca de respuestas. Con calma, el maestro arroja una piedra al río y le pide que detenga la corriente con sus manos. Tras intentarlo sin éxito y agotarse en el intento, el maestro le sugiere algo distinto: dejarse llevar.
Esta historia refleja una verdad fundamental del estoicismo: el sufrimiento proviene de nuestra resistencia a lo inevitable. La vida, como un río, fluye con o sin nuestra aprobación. Intentar frenarla nos agota, mientras que aprender a navegarla nos permite crecer y encontrar nuevas oportunidades.
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